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El manejo de la frustración en los niños y jóvenes de hoy

Aprender a tolerar la frustración desde muy temprano, permite que los niños y jóvenes puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.

La frustración es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se llega a satisfacer o cumplir. Cuando esto pasa, a causa de la frustración, los adultos -y también los niños y jóvenes- experimentan en mayor o menor medida una serie de emociones como la rabia, la tristeza, la angustia, la ansiedad, etc. Al mismo tiempo, se trata de vivencias personales, por lo que cada uno puede enfrentarse y reaccionar ante estos hechos o eventos de manera diferente.

Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que nos encontramos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud –y como tal- puede trabajarse y desarrollarse.

En la vida, hay situaciones en las que conseguimos nuestros objetivos, deseos, etc., y otras en las que no. En la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que lo merecen todo y que consiguen en el momento lo que ellos piden. No saben esperar porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás. Es entonces cuando hay que empezar a enseñar a los niños a tolerar la frustración. Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, ellos no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y hacer frente a situaciones adversas. Por ello, en la edad adulta, seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.

Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona, ya que cuando sean adultos deberán enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de fracaso.

Existen varias teorías que defienden que, si no se enseña a los niños a aceptar los fracasos, es posible que desarrollen una actitud agresiva reincidente.

En general, los niños con poca tolerancia a la frustración:

  • Tienen dificultades para controlar las emociones.
  • Son más impulsivos e impacientes.
  • Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, por lo que, cuando deben enfrentarse a la espera o postergación de sus necesidades, pueden tener rabietas y llanto fácil.
  • Son muy exigentes.
  • Pueden desarrollar, con más facilidad que otros niños, cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos o dificultades mayores.
  • Creen que todo gira a su alrededor y que lo merecen todo, por lo que sienten cualquier límite como injusto, ya que va contra sus deseos. Les cuesta comprender por qué no se les da todo lo que quieren.
  • Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
  • Manifiestan una tendencia a pensar de forma radical: algo es blanco o negro, no hay punto intermedio.

Muchos padres intentan reducir o evitar las fuentes que causan frustración en el niño, y terminan por convertir cualquier de sus fracasos en un nuevo éxito. Para prevenir esta situación y conseguir que el niño tolere la frustración, los padres deben evitar la sobreprotección y no abusar de la permisividad. La conducta permisiva se manifiesta, con frecuencia, al ceder ante cualquier requerimiento del niño, de modo que este siempre consigue lo que quiere y nunca se enfrenta a situaciones negativas, problemáticas o frustrantes.

¿Cómo ayudar a nuestros hijos a tolerar la frustración…?

Para enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración, existen algunos consejos útiles como:

  1. Dar el ejemplo: La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que nuestros hijos aprendan a solventar sus problemas.
  2. Educarlos en la cultura del esfuerzo: Es importante enseñar a los niños y jóvenes que es necesario esforzarse. Así aprenderán que el esfuerzo es -en muchas ocasiones- la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.
  3. No darles todo hecho: Si se les facilita todo y no se les permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que puedan equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al fracaso.
  4. No ceder ante sus rabietas: Las situaciones frustrantes derivan -en muchos casos- en rabietas. Si los padres ceden ante ellas, aprenderán que esa es la forma más efectiva de resolver los problemas.
  5. Marcar objetivos: Hay que enseñarles a tolerar la frustración poniéndoles objetivos realistas y razonables, pero sin exigirles que se enfrenten a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.
  6. Convertir la frustración en aprendizaje: Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que ellos aprenda cosas nuevas y las retengan. De esta forma, podrán afrontar el problema por sí mismos cuando vuelva a presentarse.
  7. Enseñarles a ser perseverantes: La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si ellos aprenden que siendo constantes pueden solucionar muchos de sus problemas, sabrán controlar la frustración en otras ocasiones.

*Este material ha sido recopilado por nuestro equipo a través de Global-InterPublic@.

***Revise nuestro programa Conectus A.S.E.; herramientas para el Aprendizaje Social y Emocional dirigido a escuelas y colegios: http://www.conectus.cl/site/ase-colegios/