Adolescencia: ¿Cuándo debemos preocuparnos?

Adolescencia: ¿Cuándo debemos preocuparnos?

“Si la familia y el entorno más cercano logra formar un adecuado vínculo con el adolescente, actuará como uno de los factores más importantes para prevenir y superar los conflictos que se presenten”.

Comentario de MARÍA FERNANDA URZÚA, Psicóloga y coach infantojuvenil, especialista en desarrollo y salud integral del adolescente / Parte del Equipo de Colaboradores del Programa Conectus A.S.E. Herramientas para el Aprendizaje Social y Emocional / ig: @parenteen.cl / fb: @parenteencl

Solemos hablar de la adolescencia de nuestros hijos como si fuera una mala etapa, la asociamos automáticamente a rebeldía, discusiones, falta de comunicación y poco entendimiento. 

Aunque es verdad que es una época difícil tanto para ellos como para nosotros como padres y educadores, es una etapa muy importante y trascendental para su desarrollo, ya que está marcada por grandes cambios físicos, emocionales y sociales. 

Hay características comunes que tiene todo adolescente y que debemos conocer: la labilidad emocional, suelen ser incoherentes e imprevisibles, intensos y a la vez superficiales en sus emociones. Comienzan a elaborar su propia identidad y para eso deben alejarse de nosotros y empezar a vivir sus propias experiencias. 

Por eso no debe extrañarnos que pasen más tiempo encerrados en sus habitaciones, que comiencen a vivir sus propias vidas y ya no nos cuenten todo. Es un proceso de independencia normal que debemos dejar que vivan, para que puedan posteriormente pasar a la etapa de la adultez.  Sin embargo, al ser una etapa en donde las emociones se viven de manera tan intensa, es muy importante siempre estar atentos a cualquier cambio que pueda estar por fuera de la conducta normal esperada. 

Es importante poner atención, si durante al menos por más de dos semanas presentan algunos de los siguientes cambios; si su estado de ánimo está demasiado bajo, si sus amistades han cambiado o si ha perdido interés por cosas que antes lo motivaban.

Aumento o pérdida de peso que nos llame la atención de manera significativa. Insomnio o hipersomnia. Pérdida de energía excesiva. Sentimientos de falta de capacidad. Culpa excesiva. Cansancio extremo. Dolor de cabeza. Pensamientos suicidas. Cortes en sus brazos o piernas. Irritabilidad. 

Aconsejamos siempre trabajar la confianza, que nuestro hijo/a tenga la certeza que sea cual sea el problema que lo acoja, pueda llegar en algún momento a hablar con nosotros. Favorecer siempre una comunicación saludable, que les permita expresar emociones y que tengan también espacio y capacidad de negociar, haciendo partícipe del adolescente tanto del problema como de la solución de éste. Demostremos empatía cuando nos esté contando un problema, para que nos sienta cercano.

Valorar su autonomía los ayuda a tomar decisiones responsables. Mantenlos informados de lo que sucede en el mundo, conversar seguido de situaciones de contingencia y para que puedan dar su opinión. Es importante recordar que niños informados son menos vulnerables al entorno.  

Si la familia y el entorno familiar, logra formar un adecuado vínculo, actuará como uno de los factores protectores del adolescente más importante para prevenir y superar los conflictos que se presenten. 

***Revisa nuestro programa Conectus A.S.E.; herramientas para el Aprendizaje Social y Emocional. Actividades que complementan las acciones de mejoras, en relación a «Convivencia Escolar» que esté realizando tu establecimiento. 

ttp://www.conectus.cl/site/ase-colegios/ 

¿Y tu colegio ya vivió la experiencia…?

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